domingo, 12 de agosto de 2007

Lo que pasa antes de las elecciones

1.- Sólo una minoría de trabajadores son llamados a las urnas. En España, según datos del Ministerio de Trabajo, hay más de dos millones de empresas que contratan a menos de cinco trabajadores. Las elecciones sindicales dejan fuera de juego a millones de trabajadores jóvenes, precarios, inmigrantes, a mujeres, a sectores que son precisamente los más débiles del mercado laboral.

2.- Los trabajadores que sí tienen elecciones sindicales, normalmente en empresas de más de 250 trabajadores, se ven obligados a elegir una candidatura cerrada de candidatos. Es decir, ni puede presentarse cualquiera a las elecciones, ni se puede votar al candidato preferido, ya que la candidatura marca el orden estricto de los candidatos. No puedes tachar a quien te resulte antipático, ni adelantar al que tú consideres más idóneo. Si quieres presentarte a candidato, tienes que montar una candidatura o meterte en una ya hecha.

3.- Los sindicatos suelen montar sus candidaturas con cualquier tipo de persona que se preste a ello. No valoran las cualidades de los candidatos, sino que buscan a mientras más gente mejor. Van a la caza del candidato con un discurso que les dice: preséntate, no importa si luego no quieres hacer nada. Los sindicatos intentan tan sólo presentar muchas candidaturas y sacar muchos delegados.

4.- Como la ley otorga una serie de privilegios a los candidatos elegidos, muchos de los candidatos se presentan a las elecciones por obtener esas prebendas: crédito horario, estabilidad en el puesto de trabajo, libertad de movimientos.

5.- Para atraer a los votantes, los sindicatos necesitan un programa y hacer una campaña. El programa es siempre una promesa en la que se deja para mañana lo que debería ser conseguido hoy. Además, puedes comprobar que todos los programas prometen lo mismo: derechos, democracia, etc. Es sabido que una vez conseguido el cargo, el programa es dejado a un lado.

6.- Las elecciones implican una lucha sucia e inmoral entre sindicatos. Las distintas centrales intentan a toda costa evitar la presentación de candidaturas rivales. Por ello los candidatos son presionados para que renuncien, las listas vigiladas para impugnarlas, y el proceso revisado para hacerlo caer. A los sindicatos no les interesa la democracia, la pluralidad de opiniones, la presentación de opciones diversas, sino la destrucción del rival.